Bertín encarna una historia de progreso y desarrollo, para una ciudad que aún debe enfrentar muchos desafíos. Veremos que nos depara el futuro. |
Me resulta complicado referirme al
resultado de las recientes elecciones municipales en la ciudad de Osorno. Lo
cierto es, que aún la lejanía geográfica, me sigo sintiendo demasiado cercano a
la historia y principalmente a las
personas, en tierra santa.
Pero esta elección rememoró por un
instante, el vil juego que algunos partidos acostumbraban a realizar, principalmente en la década de los
noventa, donde debíamos asumir el temor que provocaba la desconfianza, el
desconocimiento sobre los contendores y también, las malas artes con que
sectores más adeptos a la dictadura, pretendían sobrevivir. Menos mal y no lo
hicieron.
Recuerdo entre aquellas artimañas, la propuesta hecha por un antiguo dirigente osornino de la Democracia Radical -integrada por 4 gordos más igual que aquel- que días antes de la elección para diputados del año 1989, le planteó al entonces candidato Alejandro Kauak, realizara un auto secuestro para según este obeso estratega, lograra victimizarse ante el electorado lo que le permitiría ganar aquella elección.
No me lo contaron. Yo estuve en aquella escalofriante reunión, así como el propio candidato y varios más que espero aún resistan el invierno, para dar fe de este mal recuerdo.
Pero volviendo al tema electoral, pienso que sembrar este tipo de odiosidades en
plena elección me parece poco democrático, poco respetuoso
con el electorado, el cual quiso ser utilizado como instrumento de presión para
conseguir lo que seguramente ya sabían, algo de respaldo que nunca llegó.
Hoy día me imagino, estarán todavía
caminando en grupo para no tener que enfrentar en solitario la vergüenza de
sus acciones. Será cosa de ver cuántos hay sentado alrededor de la misma mesa, mirando a la gente al pasar y cruzando los dedos para que se olviden rápido de
sus ardides.
No fue el caso de mi antiguo y entrañable amigo
Jorge Tejeda, de quien siempre he reconocido la templanza de su carácter y su
rectitud de intenciones.
Es un hombre que recuerdo siempre honró sus convicciones y que ha
sabido expresar de manera pública, su intención de aportar de la manera más
comprometida posible al futuro de su ciudad, de su provincia.
Tejeda en esta elección mantuvo
esta misma línea.
Sólo se pronuncio ante lo evidente del debate, y aunque
suscribió las dudas que se cernieron sobre el actual Alcalde, me quedo con la
impresión que lo suyo fue aportar para que nadie, ni siquiera su circunstancial
jefe edilicio, piense por un momento que Osorno no tiene más alternativas.
Jaime Bertín por su parte, se
reeligió por la fuerza de sus electores, por la fuerza de su partido, por su férrea decisión
de concluir y al mismo tiempo proyectar su obra a cargo de la ciudad.
Pero ni él ni nadie se merecen ser sujetos de
miserables acusaciones, menos cuando, y me consta, se ha trabajado tanto y tan
duro para hacer realidad este cambio innegable en el ser y el parecer de
nuestro Osorno.
Bertín no es una marca ni una
figura impresa sobre un papel.
Por cierto nadie dedicado a la política lo es.
Los políticos, y en este caso los candidatos, son personas más comunes y
corrientes de lo que se piensa, que también se cansan, fastidian y desilusionan
de acciones que insisten en rebajar el estándar de la discusión.
Si este 23 de octubre hubiese estado en Osorno, sin duda hubiese votado por Bertín y le hubiese ido a dar un abrazo a Jorge. Total que nunca voté por ninguno de los dos, ellos lo sabían y nunca fue tema.
Osorno eligió a un muy buen
Alcalde, a un hombre, a un equipo de personas, a un proyecto de ciudad que ha
permitido y permitirá mejorar la vida de muchos. Ahora solo debemos confiar,
colaborar, apoyar y reencantarnos no tanto con las personas, sino que con una actividad
tan importante, tan necesaria y tan imprescindible, como la política y el gobierno comunal.
Y para que nadie piense que se me
olvido, sobre el señor Mario Bello… no tenga nada que decir. Él hizo su mejor
esfuerzo para que lo conociéramos en toda su calidad humana, a la que por cierto, está demás referirse.
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