La política se hace no a cualquier precio ni utilizando cualquier arma, de otra forma se menosprecia a la sociedad que se pretende representar. |
En periodo de elecciones habitualmente
afloran prácticas que revelan la cuantía moral y ética de las personas que las realizan.
¿Existe alguna duda que hoy en
Osorno se ha sembrado un manto de duda sobre la figura del Alcalde Bertín y en
beneficio del candidato que lo ha realizado?
Mentir, mentir que algo queda es
una antigua regla que de cierta manera siempre se cumplía, pero hoy con una
sociedad más informada, con más experiencia lo más probable es que se revierta
como boomerang a sus ideólogos, fieles exponentes de métodos usados en tiempos pasados.
Se expone maliciosamente a la
opinión pública a la confusión y al engaño, al plantear dudas, que nunca
confirman -porque no tienen el valor para hacerlo- sobre Jaime Bertín
Valenzuela.
Todos sabemos cómo se llama
aquel que lanza ataques escondiendo su responsabilidad en frases preconcebidas,
o pretendiendo utilizar incluso a la Contraloría, para dar visos de verdad a presunciones
que sólo pueden estar en las mentes de quienes las señalan.
Jaime Bertín ha sido un gran y
eficiente Alcalde para Osorno, el mejor que hubiésemos podido tener y que tendremos
en el futuro próximo. Esta es una verdad indesmentible al constatar la obra que bajo su conducción se ha realizado en estos pocos años.
Nadie se merece ser expuesto
de esta manera, menos alguien que ha dado tanto por nuestra tierra y sus
personas.
Jaime Bertín es un hombre
cuyos sueños y propuestas, van más allá de la punta de sus zapatos, horizonte
que nunca superarán sus detractores.
Porque no sólo hay que tener el entusiasmo
para hacer las cosas, sino que el conocimiento y la fortaleza para sobreponerse
a las zancadillas.
Para ganarle habrá que tener
un voto más, aprovecho de contarles, para que no sigan invirtiendo tiempo en
denostar a las persona y envilecer las elecciones.
Los que nunca han producido
para sí más que una remuneración pagada por el Estado o por algún diputado,
como es el caso del candidato Bello, nunca podrán entender la dinámica de los
negocios, de las empresas, del esfuerzo privado.
Por eso le causa sorpresa,
admiración y duda ver el éxito de otros.
No entiende que cuando existe trabajo,
esfuerzo y perseverancia se obtienen invariablemente resultados, y estos no
tienen que ver siempre con la corrupción a la que lamentablemente nos quieren acostumbrar los políticos de esta clase.
Juzgar a los demás pensando en
su propia condición es propio de quienes tiene un alma pobre y un espíritu
débil. Es llevar la pelea a un ámbito abyecto, oscuro, donde seguramente se sentirán más cómodos y los códigos o su ausencia, les serán más propicios.
Siempre quienes lo han intentado no han traído más que dolor y falso rédito, y nunca han prosperado en tan innoble afán.
Prueba de ello es el propio asesinato cruel y estúpido del Senador Jaime Guzmán Errázuriz.
Sería bueno que alguien se lo cuente al postulante Bello.
Sería bueno que alguien se lo cuente al postulante Bello.